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El mundo de la música ranchera está de luto, y no es para menos. La legendaria Francisca Viveros Barradas, mejor conocida como Paquita la del Barrio, nos dejó este lunes en su amado Veracruz. Su voz inconfundible y su lucha contra los “ratas de dos patas” marcaron generaciones, pero lo que pocas sabían es que también tenía un guiño inesperado al futbol mexicano.

Aunque no la vimos rematando de cabeza en un clásico, Paquita tenía su corazoncito futbolero. Desde niña, su pasión deportiva se inclinó más por el basquetbol, que jugaba en sus años escolares, pero cuando de futbol se trataba, prefería verlo cómodamente sentada.

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El corazón americanista de Paquita la del Barrio

Y si de elegir colores se trataba, no se andaba con rodeos. En una entrevista, cuando le preguntaron si le iba al América o a las Chivas, respondió sin titubear: “Me la pones difícil, pero al de aquí (de la Ciudad de México), indiscutiblemente”. ¡Boom! Confirmado: el azulcrema tenía su simpatía.

Su respuesta no sorprendió a quienes conocían su estilo directo y sin tapujos. Paquita siempre fue una mujer de opiniones firmes, y su inclinación por el América no fue la excepción. Aunque no era de gritar goles con la misma intensidad con la que entonaba sus rancheras, tenía claro que, si de futbol se trataba, su simpatía estaba con el equipo de Coapa. No era raro verla referirse con cariño a la afición azulcrema, un grupo de seguidores tan apasionados como su propia audiencia en la música.

¿Qué identifica a Paquita la del Barrio con el América?

Para Paquita, el América representaba más que un simple equipo de futbol. Era un símbolo de garra, persistencia y determinación, valores con los que ella misma se identificaba. Su carrera estuvo llena de altibajos, pero siempre se mantuvo fiel a su esencia, igual que el América en su búsqueda constante de títulos y gloria. Si bien no se consideraba una aficionada de hueso colorado, no ocultaba su preferencia cuando el tema surgía en entrevistas.

Hoy, su legado sigue sonando en cada acorde y cada estrofa que nos recuerda su autenticidad. Y aunque el futbol no fue su gran amor, su simpatía por el América es una de esas pequeñas sorpresas que nos deja su historia. Porque si algo nos enseñó Paquita la del Barrio, es que no importa el equipo, lo importante es cantar con el alma y vivir con pasión.

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