
El fútbol mexicano está lleno de historias de fichajes frustrados, condiciones absurdas y decisiones que cambiaron el rumbo de carreras legendarias. Una de esas anécdotas la protagonizó Luis “Matador” Hernández, quien recientemente reveló la insólita razón por la que nunca vistió la camiseta de Chivas de Guadalajara, a pesar de haber estado a un paso de hacerlo antes del Mundial de Francia 1998.
Según relató el exdelantero, mientras se encontraba en Dublín, Irlanda, con la selección mexicana en la gira previa a la Copa del Mundo, su representante le informó que el Club Guadalajara estaba interesado en ficharlo. Todo parecía marchar bien hasta que llegó una condición que lo hizo rechazar de inmediato la oferta: debía cortarse el cabello. La respuesta del Matador fue contundente y sin filtros: “¡Que chin… a su madre!”, dejando claro que su icónica melena no estaba en negociación, ni siquiera por el equipo rojiblanco.
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El desprecio de Luis Hernández por las Chivas
Lo más curioso del caso es que, apenas cuatro años después, el Matador terminó fichando con el América, equipo en el que, si bien no levantó títulos, sí dejó una huella y, sobre todo, se sintió valorado. En sus propias palabras, Hernández agradeció el interés de las Águilas y celebró nunca haber vestido la camiseta de las “Birrias Rojiblancas”.
“No acepté por esa razón ir a Chivas, siempre hay que respetar primero a la persona y acá no lo sentí. Por eso decliné a las Birrias de Guadalajara y eso hizo que después llegara a Tigres tras el Mundial de 1998, luego LA Galaxy y después las gloriosas Águilas del América”, sentenció con ese toque irreverente que lo caracteriza.
Luis Hernández.
La larga cabellera, parte de la identidad de Luis Hernández
Su postura dejó claro que, más allá de cualquier oferta millonaria, siempre priorizó el respeto y la identidad. El Matador construyó su legado con su distintiva melena al viento y su estilo feroz en la cancha, sin importar las condiciones que algunos clubes quisieran imponerle. Y aunque el destino lo llevó por otros caminos, Hernández puede presumir que nunca tuvo que renunciar a su esencia por un contrato.
Sin duda, esta anécdota quedará para la historia del fútbol mexicano, una en la que Luis Hernández nos recordó que, a veces, la dignidad y el estilo valen más que cualquier equipo, aunque se trate de uno de los más grandes del país. ¡Y qué bueno! Porque si lo hubiéramos visto sin su icónica melena, probablemente no sería el mismo Matador que tantas alegrías nos dio en el Mundial de Francia 1998.